Poco tiene que ver a primera vista el ajedrez con los juegos de azar, aunque como estamos descubriendo con el poker, los puntos de unión están ahí. Y es que no todos los juegos de cartas dependen únicamente del azar, habiendo varios de ellos en los que la inteligencia y la estrategia son mucho más importantes que la suerte. Es el caso del poker, como decimos, pero también de otro clásico de los casinos, el Black Jack.
El blackjack es uno de esos juegos de casino de mecánica aparentemente sencilla que se complica si queremos tener en cuenta todos los factores que lo rigen. La esencia del blackjack es acercarse lo máximo posible a 21 con las dos cartas que nos dé la banca, más las que vayamos pidiendo. Si nos pasamos de 21 habremos perdido lo apostado. Es de funcionamiento muy similar al de la tradicional Siete y Media.
Cada carta tiene el valor indicado en ellas, menos las figuras, que valen 10, y el As, que puede valer 11 ó 1, según elijamos nosotros mismos al inicio de la partida. La incertidumbre -y la emoción del juego- derivan del hecho de que será siempre el jugador el primero en apostar, antes que la banca o el crupier.
¿Dónde entra entonces la estrategia? Muy sencillo. Desde el momento en que tenemos las dos cartas en la mano, se abre un abanico de distintas probabilidades de que la carta que necesitamos para acercarnos al 21 de manera segura (sin margen para que el crupier se acerque más aún) aparezca. Valga un ejemplo para ilustrarlo: pongamos por caso que el crupier nos reparte dos cincos. Se trata claramente de una situación favorable, ya que la probabilidad de que aparezca una figura y acabemos sumando 20 es alta al no haber aparecido todavía ninguna.
Hasta aquí parece más o menos obvio. Sin embargo, resulta que el blackjack se compone de diversas subreglas (que dependen del casino en el que se juegue – lo mismo sucede en con el black jack online) que complican todo un poco, y que atañen únicamente a la banca. Resumidamente, si la mano inicial del crupier es inferior a 17 tendrá que pedir carta obligatoriamente hasta llegar a esa cifra; si, por el contrario, con las dos primeras cartas ya sobrepasa esa cantidad, no podrá pedir más. Estas dos reglas condicionarán nuestra jugada, ya que lo que pueda parecer una mala jugada (13 puntos, por ejemplo), puede ser suficiente para ganar si la banca empieza con 16 y se ve obligada a pedir carta (las probabilidades de que se pase de 21 son altas). Más sobre probabilidades en Blackjack (inglés).
En definitiva, el mayor placer que va a encontrar un jugador de ajedrez que opte por el black jack es el de encontrarse una y otra vez con escenarios posibles distintos, para los cuales habrá que aplicar en cada caso un comportamiento distinto: doblar la apuesta, plantarse... cada mano de cartas requerirá una decisión que, cuanto más analítico se sea, mayores probabilidades de éxito nos reportará.